jueves, 12 de enero de 2017

RECOGIENDO ESTRELLAS





El epicentro medular de la ciudad
muere en los afilados dientes
de una jungla metálica edilicia.
Vago crujir a chatarra perpleja,
fabrica el herrumbre balas que silban
en los metales sin nombre.
Cercena la cercanía los puentes en derrumbe
y la plástica opacidad de la tecnología
gira las aspas en los molinos del viento.

Proclaman la sonora relevación
sinfónicos violines gregarios,
aglomeración múltiple de clanes en decadencia
impropiamente dialogan en el siglo de las torres
donde el alma sucumbe en pandemia solitaria.
La última versión del desgarro
en sepias hojas de papel narra
paradigmas aflictivosen desolación inesperada.
Ese lánguido existir en la oscuridad
observa la dirección del advenimiento lumínico.

Entonces cae en la realidad la ausencia,
territorio murceguillo evoca
pertinentes puntales de su lote,
establece planisferios derivados del vidrio,
prolongación acotada, desmesura loca,
hipoteca la razón su arrogante vanidad.

En el azul cristal habita el sueño prohibido,
la cabeza dentada mella el canto del mirlo.
Cuando lo onírico se apelmaza en pétreo camalote
el hombre retoma el rumbo que desinstala
pátinas clavadas en la ausencia.
Cuando el hombre escucha el lamento del mortal
en bravo salto gravita al precipicio
y recoge estrellas que el cielo había perdido.
El humano solidario en su especie
con mano benévola comparte con el congénere
pesadumbres que desguazan el peso colosal de sus moles

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