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Por ti amante y amada mia,

lloraron mis ojos cáusticos sus humos de hoguera.

Al rozar tu novena primavera

te enamoraste de un alma errabunda

que en la cumbre de la noche se desmiembra

bajo una sombra de paredes,

cuando duermen dolientes mis espinas su crucifixión

socavando mis sienes de apuro sepultadas de ruinas.

Cuando tu brazo de doble almohada suelta su amarra

nutre mis rosas y deja la ausencia del escombro.

Me asalta el trópico de un barco de paraíso

arrasado por tus besos piratas,

me acompaña la soledad y su inútil lagrima

y los oídos del mundo

quiebran con mis expulsados alaridos.

¡Ah, amada¡

Sé que tu tierra es de colores y mi piel opaca.

Eres cuerpo y alma...

vientre de albur que asombra la mirada,

tu entreseno semeja el abra de dos montes de plata.

Caricia de voz delgada, sentir producto del azufre,

pólvora acumula es tu pubis en reposo,

descarga única de mis flagelos.

tu rostro sonriente abriendo la ventana del día.