viernes, 28 de agosto de 2015

DOS BESOS SENTADOS




Antes que la noche
bajara su bufanda fría en la montaña
 sembrado breas en las sabanas
El apresurado día se fue sin la tarde.
Bebí agua del grifo que goteaba
sintiendo sus propios gusanos
que me ahogaban/

Raspaban con filosas uñas la cintura de intestinos
perdidos en la sombra oxidada del cerro frío.
Donde iban los sueños de una limusina perdida,
en los atajos clandestinos sin faros de noche,
se doblaba la naturaleza perturbada
preñada de ladridos por los perros nocturno.
En los techados de cartones
andaban los pies de la pobreza
y en las chapas maullaban gatos/

La vacía perorata se abría en cadena por pantalla,
cayeron apagados fuegos en la órbita del alarde,
la flor plástica y obesa se comió hasta la tarde
y de tanto regurgitar pestilencias
vomité hasta las últimas exequias

De nuevo el filo de la llaga en su hora punzante
se mimetizó en mis vísceras y con intransigente voz
dictaba apuntes en los canales del suicido,
cuando bajé el interruptor
cambié por otra musa los fantasmas.
A la diosa le desfallecía la bombacha
y millares de ojos se desorbitaban/.

Ya sin más controles tomé el cuadrado,
en el límite del hartazgo forniqué el
rectángulo de vidrio usando mis genitales
y con mis manos de arrojo furioso
lo exilié al patio de los desechos.

Tan lejos que se hundió en la cueva del topo.
Decidí no llevarme las musas a mi cama,
tomé el respiro del mínimo aire que entraba,
me acosté con el sueño de mi amada
amé su real pulpa de cristal moldeado
más que ese espejismo virtual de despojo.

Le degasté la alfombra cobriza de su piel
de ósculos encendidos
en esa llanura de monarquía
y en la altura infatigable de sus montañas
dejé dos besos sentados para erguirse al alba/


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