lunes, 24 de agosto de 2015

EL SEXO SENTADO EN EL CEREBRO



Un hombre feneciendo en su cuerpo 
vive una burbuja de sueño. 
Esquelético trasto obsoleto 
se muere al espejo su miembro/ 
Pérfida impresión de imagen, 
memoriza su cuerpo 
con lente obeso. 
Crispados vidrios al espejo, 
su piel siente 
glándulas por dentro 
en exceso/ 
Reviven túmulos de manos 
que lo ciernen. 
Barracudas en la sombra 
amarradas al puerto 
de los castos. 
Tristeza de aguas sin colores 
en colgajos de melancolía, 
Crecen en su altura mustias flores 
que se unifican, 
sus dos alas se amigan/ 
Hombre tieso, ya camina 
rosas sin dolores. 
Vertientes sin orbita 
perdidas en la tierra/ 
Vampiros labios de sangre 
imagina una mujer 
sobre el glande. 
Siente su sexo en el inconsciente 
copulando en el colchón del 
almendro, iluso tiempo del ayer. 
El hombre dirige el cohete 
en la amnistía del cuerpo y la mente, 
la cremallera desbocada, es fehaciente. 
Va la tempestad a la prenda 
que pierde su alisada forma, 
la tela se rebela 
en un cerro amotinada/ 
Esqueleto de congoja 
en el horror se entusiasma, 
vacío de nubes, 
sospecha de identidad 
púber 
en la piel delatora que se afloja. 
Halló la calavera 
del amor en su viudez, 
núbil mástil su carabela/ 
Un hueco sin flor 
en la tétrica palidez 
yace muerta una corola. 
El tiempo desamó 
su equipaje 
con algebraica precisión, 
se secó al sol 
el pútrido andamiaje ocioso,
vivió en su pensamiento
la  fugaz pasión del sexo/ 

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