miércoles, 19 de agosto de 2015

SOLILOQUIO DE PEREZA


     


Cada mediodía
despierta una mole su rutina.
El sopor en la cama
es la sátira entre los pliegues de las sabanas.
Estira la pereza nocturna,
dialoga con la almohada en un soliloquio
de lentas penas.
Vislumbra el desvanecimiento
en las muertas mariposas
que aplastó lo profundo del sueño.
La  noche abrigó el insomne anhelo
de su vicio solitario.

Pesado se yergue como ancla de fondeo oxidado,
en la vigilia rige el claustro clandestino
cuando goteras de lluvia  no dañan la insípida
comida envasada.
Prende una pantalla de nostalgia,
irrumpe su gula cuando aplasta sus nalgas
en reforzado sillón de cuero.
Se escuda de lo real
pero la hora no oscila con pereza,
El ocaso toca la puerta y colmado de chatarra
inflama el resplandor virtual.
Se oscurece la claraboya del día ocioso,
sin arrojo ni ira
transita la senda de los anales.
En su regreso flota una nube su vaga armonía.
Ya la noche respira en la ducha,
sienta su desgano sudado

en un corcho que usufructúa de boya/ 

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