lunes, 7 de septiembre de 2015

LA NOCHE DUERME EN ELLA




La noche azul se sentó sobre mis hombros/
Las nubes se habían ido con aforismo,
en plenilunio de arteria roja sangró la luna
perdiendo su forma/
El viento agitó el trigo nocturno
y la brisa invernal se enardeció en este horizonte
de planicies desérticas/.

Tras la plaga de isocas vegetarianas
el invierno glaciar había embalsamado las rocas,
mis urdidos ropajes llevaban cicatrices de sombras
y de tantas costuras eran más hilo que tela/
Así me encaminé en la senda del alfarero…
Tan lejos de la arquitectura edilicia como
de los fríos e inútiles metales de las molinos.
Conocía los rincones del cemento ladino,
la imagen solitaria donde el abrazo culmina
y los portones sepias sin aldabas/
Donde las manos no se estrechan,
los brazos penden cual rígidas pilastras...

Desarmé los cerrojos de este inhóspito universo
buscando la paz del esquilador
y la fórmula del talabartero/
Aquí hay un combate de carnívoras hormigas
que con espanto se apedrean con la tosca.
como en esas breves bocas ocupadas de yeso,
abrigándome en olas oceánicas
más amplias que las tierras de este mundo
que semeja un cuartel de hospital/.
Así vi la brusca soledad de mi amada
atrapada en este páramo atroz.

Busco su silencio entre caóticas voces
y su pelo de viento que derrota al pavor/
Desde esas ventanas que bostezaron,
pórticos que no cerraron sus alas
veo su huella de barro hornero,
cueva y nido de siempre amados,
la medianoche recostada a su lado
acerco un beso profundo hasta la pulpa de los labios/


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