Las líneas cáusticas de los cuadrantes
en primigenio sacudón se van comprimiendo
y el yonqui en corta privación le tiemblan los parpados.
Los mercaderes de los
chaflanes vigilan aristas cuneiformes
Haz a un lado el cabrioleo de pies cenagosos en solidad eterna.
el sarcófago es sátira que certifica sumisión de piélago en
letargo,
umbríos alcaloides pierden cromatismo al planeo del sinsonte
su melisma de canto medroso desafina claves en los paralelos.
Impostan lívidas mejillas, la carroña capta el formato diacrónico,
en profundidad noctívaga de vesania el dipsómano rifa su suerte,
el estertor aguzado desmorona el miasma en rústicos sumideros
antropófagas zarigüeyas carcomen el eje medular del hueso informe,
los capos del narco tienen clanes de celadores en reemplazo del
siervo
en el rectángulo canguelo el rigor abstrae y descompone,
la ríspida sensación nebulosa ciega la visión del esclavo.
Quién ignora ser esclavo de si mismo o desgastado en las tangentes.
De LLUEVE EL VIENTO EN LOS TEJADOS-
Publicado en julio 2019 - Ed. PALIBROS - N.YORK - EEUU
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