Cielo de madrugada, tímido
asomas tus ojos
estrellados en el cristal de
una filosa nova,
Te reflejas como la noche
rota en pena partida
de ínfimos espejos,
como un cepillo que despeina
los pelos lánguidos de la tierra
y el velo tormentoso de la
bruma con sus alas rotas
deja tu postergado claro en
el buzón gris de la niebla espesa
y su corazón de oscura tiza/.
En tu inocente castidad
amaneces
con el trémulo rubor del
aceite en la rama/
Y aquellos...
Esos y los otros que miran
hacia arriba,
ven tu seda de nodriza
casadera y
tu mortaja iluminada
empujando un espacio de relámpagos
donde tu techo de mano floja
libera el invertido manantial
en los brazos furiosos del
agua en caída/
Agua próxima al pétreo que
arroja ladrillos por tus grises desvelos.
Cielo sólido del plomizo
rasgando un agujero de aire
donde pronunciar tu voz de
presencia
y la ingrata ausencia del
movimiento te va dejando sin aliento/
Con la sed y el hambre de los
sazonados manjares
mientras la lluvia te desarma
como un juguete de plástico
y la bruma despliega su telón
tiznado/
Entre las paredes del aire
aguardas
con tu piel de astro macizo
sentado al banco de la espera
que entre las avenidas sin
huertos un coloso paraguas cubra tu vergüenza/
Mientras... Nosotros...
Plantados en las veredas como
un hongo de secuela
trepanamos cada poro de los
submarinos techos
con el afán de vida de peces
ahogados,
bruñimos la espalda del
vidrio errante
porque ansiamos tu presencia
de noble celeste
iluminando con tus planas
pupilas espirantes
las amantes miradas de tu
esencia
en este trajinado urbanismo
sin colores
donde estamos sin prados con
tu ausencia/
No hay comentarios:
Publicar un comentario