Con lenta majestad he visto
elevarse
por laderas de montañas con
oro sagrado
la deidad hermética de una
copa alada,
llegando a picos celestes en
pies de mi amada.
Bajo la frente ornada labios
delgados rodaban azahares
de festones dadivosos
hundidos al zumo de icores
transvasando la copa al porvenir
grato.
Al rozar sus ribetes el cáliz
abrió oceánicas pupilas
de orbe, plena diadema, joyas
de engarce.
Bastó su beso multiplicado
para minimizar el universo
y descender tamizado a mi
boca de licores.
Solo ella, terrestre
abrazadora de cobrizos metales
cobijaba diáfanos campanarios
repicando mi nombre
con eco dulce en ascenso
suntuosa de vendavales.
De LLUEVE EL VIENTO EN LOS
TEJADOS- a publicarse julio 2019 - Ed. PALIBROS - N.YORK - EEUU
Hecho el Depósito según la
ley 11-723- registro de autores.
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