Nuevos destellos proyecta el
rostro contra el espejo.
Invasión de bríos le presta
el universo,
transparencia de aguas en
claros manantiales,
espadas de arena y labiales
sables delinean bordes cenicientos,
gajos de dátiles aromados
orean luces galardonadas,
el brillo resplandece en su
carne
antes que las manecillas
móviles de los relojes
en tiempo imperturbable
arresten extravagancias.
Luego la vena salta el límite
estrafalario
y la aturdida sangre se
revuelca en sus dolores,
agua bendita para las heridas
y lluvias vírgenes de gotas
son arena reseca de playón
herrumbrado,
la sed resquebraja la piel
que forcejea
por conservar antiguas lunas
con frescor lozano.
Se va diluyendo la
magnificencia estática,
los racimos desgranan el peso
maduro
que no tolera el estampido de
incipientes brevas.
Iconoclasta juego de
artilugios, endurecida máscara de colgajos,
los cristales del rostro
devuelven miradas de mustias primaveras
las orbitas cobijan otoñales
hojas. Servicio de gastadas agendas.
Guarismos gélidos suman
pliegues de mortandad prematura.
Lejanos panoramas distancian
diamantinas rosas
se aproximan repiques en
campanas de herraduras rotas.
y aquella voz que fue
seductora gola se diluyó en efluvio
cual angustiada nota que
llora por el desvencijado encordado
al traspasar años dorados se
desdibujas infinitas sombras.
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Poemas de ricardo
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