Es una espuma burbujeante de vino
estacionado en robles,
vendimia de uvas traída
del vientre del bosque.
En un amplio camino de pinos
vuela con la urgencia
de voces en los trinos
de los pájaros del aire/
.
La hallo entre todas
las máscaras mundanas,
en el silencio que se aferra
a las estatuas/
En las columnas que vierten agua
se desarrolla en la longitud de las sabanas
con el deseo entrecortado
en su boca de miel.
Cuando mengua la longitud de la noche
nos amamos desfallecidos de besos,
entre las estocadas
de cuchillas se abre el alba y
eternizamos banderas intimas de escuadras/
En dos piélagos tejidos
bajo la luna menguante,
quemamos hasta la panza del cielo.
De tanto rozar cuatro estrellas de cerezos
Estiramos nuestro deseo en la extensión del velo
que nos cobijó en el amor nocturno/
.
Amada, tan corta la oscuridad
para besar la naturaleza de tus pechos.
Hubiera sido tu lactante
para establecerme en ellos.
Debo alargar el rojo en brevedad,
en este mareas de gozo y
como geógrafo palpar
todos tus recónditos estrechos
sin que emerja tu ansiedad.
Con vista de horizontes,
espadas forjadas del vidrio
y en lo axial de tu simetría
desplazarme en bálsamo líquido,
lubricándote, dulce
oliva mía,
con altas olas de polvo
mientras el amor
toca nuestro pórtico.
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