jueves, 29 de mayo de 2014

ME ACOSTÉ EN EL SUEÑO DE MI AMADA


Antes que la noche
bajara su bufanda fría en la montaña
 sembrado breas en las sabanas
El apresurado día se fue sin la tarde.
Bebí agua del grifo que goteaba.


En la sombra oxidada del cerro frío
 Iban los sueños de una limusina perdida,
en los atajos clandestinos sin faros de noche
se doblaba la naturaleza perturbada.

En los techados de cartones
andaban los pies de la pobreza
y en las chapas maullaban gatos/

La vacía perorata se abría en cadena por pantalla,
cayeron apagados fuegos en la órbita del alarde,
la flor plástica y obesa se comió hasta la tarde/


De nuevo el filo de la llaga en su hora punzante
se mimetizó en mis vísceras y con intransigente voz
dictaba apuntes en los canales del suicido,
cuando bajé el interruptor
cambié por otra musa los fantasmas.

A la diosa le desfallecía la bombacha
y millares de ojos se desorbitaban/.

Ya sin más controles tomé el cuadrado,
en el límite del hartazgo,
forniqué el
rectángulo de vidrio y
con mis manos de arrojo furioso
lo exilié al patio de los desechos.

Decidí no llevarme las musas a mi cama,
tomé el respiro del mínimo aire que entraba,
me acosté con el sueño de mi amada y
amé su burbuja de cristal moldeado/
.

Le degasté la alfombra cobriza de su piel
de ósculos encendidos,
en esa llanura de monarquía
y en la altura infatigable de sus montañas
dejé dos besos sentados para erguirse al alba/



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