viernes, 30 de mayo de 2014

LA ÚLTIMA COPA DE MANUEL


En el bar... Un bar sin nombre para él. Quizás la perdición o la salvación, que más daba si aun rondaban sus fantasmas/
Las paredes no hablaban ni el piso repetía su sexta copa de tinto/ Sentaba su mole estirando el peso en los codos de la barra.
El hombre repetía su sexta fórmula alquimista de alcoholes inventados.
Era Manuel... Sentado solo en una galaxia de propio asiento.
Sentado sin respaldo, como se posan las cosas muertas, un decorado florero, o una maceta de ancha  base inestable/
Torcía sus nalgas de aposento... Llevaba tanto tiempo que había perdido sus postreras líneas/ Las horas seguían el milenio en los surcos de su ausente mente/
Manuel pidió la séptima copa con calma... copa de mito Lobizón,
en su babélica voz el barman entendía su gesto.
Le estiró su séptima copa, él la tomó con dos dedos marrones de nicotina y la piel ajada, mostrando el trabajo en su muñeca gastada.
Había andando cartoneando bajo la lluvia,
estibando bajo el sol riguroso, maquinista de ciudad fue,
orden del transito más desordenado que sus dominios.
Vistiendo su manga blanca, picador de boletos citadinos.
Jornalero y cosechador, juez de su destino cuando anduvo en el campo
sembrando las verdades del cereal y la espalda doblada de la papa.
Fue matrero, curtidor y pobre peletero
de caras pieles de nutria al precio establecido del mercado/
Degollador de vacas olvidadas en alguna aldea..
Ahí dejó su paso un camino de honra/
Ahora...
En el bar, la séptima copa perduraba su estación bamboleante/
Manuel luchó contra la gravedad, el mozo acomodaba sus lados pensando que era otro borracho en derrota diluyendo su pena en gotas.
Manuel festejaba su último trago de embrujada séptima copa aun no vencida. Su clara frente de memoria sabía que fue respetado.
La noche seguía su hora de sueño y él... Empeñado vigía vespertino
seguía su fiesta batallando hasta el último vidrio que el limite de su sangre toleraba. No es solo alcohol la disputa, es su condición de hombre,
ganar la guerra del vil cristal y sentirse autovalorado.
La copa es simbolismo de un atleta fracturado/
El ágape liquido al celebro de un anacoreta trabajador triunfante/
Cuando picó el maní salado sintió el trofeo del respeto bien ganado/
Salió del bar con paso tambaleante y amplio, aun las veredas recordaban sus cantos/
Iba con su paso sonando como los aplausos que la vida le había esquivado.
Casi inconsciente salía sonriendo, levantando su puño victorioso en alto/
Había derrotado la vigencia de la séptima copa,

Su brazo elevado como antiguo gladiador sumando cada guerra camino a la libertad, como una inmaculada estrella hecha de carne y hueso/ 

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