jueves, 18 de mayo de 2017

PERDÓN POR LA INQUSICIÓN



La cruz fue blandida en pos del Espíritu Concebido.
Inició la feroz batalla con injusta desigualdad.
Al ignorante, mudo, al pensador y al decrépito.

De elogio, la mujer recibió flagelo.
Pensar fue su culpa. Hablar su No Derecho.
La belleza se ocultó a la sombra de un velo,
 el femenino encanto puro fue deshecho.

En decreto plagiado se mutó la palabra. En fundamento,
vocablos repetidos: prisión, culpa, castigo
de lenguas opresas y mudas por el tormento.
Respondiendo en multitud de idiomas babélicos.
¡ Perdón por haber pecado, perdón a la Santa Inquisición ¡

El cielo invocado comprimía ideas y razones,
en estrecho espacio de tiempo se arrugó el mar rugiente.
Santos, ostias y purgatorios clavaron punzones,
en el vientre del sol, que no salía al oriente.

Luego llegó el escudo  blanco y rojo asesino.
Moros, infieles, ateos, negros al abrazo del martirio.
El Cristo quedó anclado en la tierra del olvido,
la imagen de Santa Guerra se vistió con mitones férreos.

Los muros saturados de rigor, ortodoxo patético,
vibraron al nombre de un Copérnico y un Galileo.
Leñadores, granjeros, guardianes de lana en buen Sacramento
encendieron la llama de aquel que habló en hebreo.

A que punto conduce la mísera unción en manos alquimistas,
artífices de la caza y la persecución.
¡ Dime, plagiado caballero ¡
¿ A que razón apunta tu rapaz constancia,
y que alma va en la punta de tu arpón?
Tienes jurisdicción, más no Libre Albedrío.
¡ Rinde tu débil voluntad. Te ha vencido el corazón ¡

¡ Perdón, infelices del mundo, por el agravio del pasado ¡
En nombre de lo sagrado, la tierra fue un inframundo.

¡ PERDÓN ¡


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