En quieto silencio
tu boca besa mi boca
son tus labios ababol rojizo
que desploman.
Tu cuerpo frágil es delicia
de instante
que a mi piel corpórea eriza.
Pareces rosa fragante
tupidos carnales,
belfos que al suelo puedo
levantar
rozando mis dígitos la copa.
Hermoso semblante
materia diluida,
bebo el vino de tu Cáliz.
Nuestros cuerpos se rozan
y se invierten, tiemblan los
visillos,
lapso culmine,
tu mirar me devora.
Fragante vientre de sales,
flujo acuoso
que mi sed tu caudal
incorpora.
Reconocer tu piel es
reconocerme,
desnudo el tálamo priman
besos que duermen en lo hondo
de la almohada.
Te acaricio durazno de
sangría
y al acariciarte halló mi
ternura.
Perderme en tu escote es
obrar con arte,
palpar tu esencia virtuosa
es contemplar extasiado
bellos paisajes continentes,
descubrir lo que en ti duerme
es diseminarme dormido y
abrazar tu contenido
Deja amor, que el pabilo
consuma
la cera y se apague.
No cortes el silencio con inútiles
palabras,
las bocas albergan
articulación del idioma
pero las lenguas aclaran su
jerga
cuando mi cuerpo despierta en
tus manos.
De LLUEVE EL VIENTO EN LOS TEJADOS-
Publicado en julio 2019 - Ed. PALIBROS - N.YORK - EEUU
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Word Press Poetry
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