miércoles, 14 de noviembre de 2018


LA NOCHE NO PERDIÓ SUS PARPADOS







Pobres los que dijeron
 que el sol se perdió en mi sonrisa
 augurando para mi un futuro de espinas,
 perseguido por la sombría penumbra
 mientras los delataba su lengua funeraria/
 Pobres los que opinaron
 que mi luz de corazón se apagaría
 al igual que el herrumbre tocando
 las marchitas cuerdas de mi guitarra/

         Los ignoré amor...
 Como se ignora al silencio irreverente.
 Cerré su boca intrusa de falso pregón
 con sus fatigados papeles de anuncio
 profético deglutido hasta el estomago/
 A sus ojos ausentes les clavé mi mirada
 de lanza afilada en la roca de nuestro amor/

Sigamos amada, 
que la noche no perdió sus párpados,
 la tarde se va clemente con sus naranjas
 lucientes y el  jazmín afirma su huella de luz/



Nuestro amor de inundación lacustre
 los cubrió hasta sus rodillas débiles
 y de la altura... Que sabe la lengua de la altura.
 Yo miro la altura
 y reconozco tus planos de tierra,
 veo el diamante bañado en ámbar
 y encuentro tu rostro de humano nácar/

Bienvenida amor a nuestros soles urgentes.
Nuestros territorios de frutos pesados.
Doblamos los brazos de árbol
y encorvando su espiga de tronco
revivió a tu cristalina presencia
en la hora ágil de mi desbaratado terremoto
voy al vértigo de tu boca

con la sed de exhausto guerrero/

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