De resolanas y ardientes
crepúsculos hasta la tierra que pisas,
larga cola de fuego al ápice
de su llama letal ardiente como brasa
de leño te envaina, delicado
capullo,
beneficiaria del día desnudo,
te vez como rosal púrpura
en potestad astral de la
noche en su feudo absoluto.
De colinas bajas, desvestida
de abalorios y engarces,
solo tu piel, sustancia
volátil sin peso te sumerges
en aguas de mis lagos,
cristalería de florecidos tulipanes.
Por mi cuerpo pasas cascada
de sangre bendita,
arquitecta constructora del
anochecer aturquesado,
solitaria soledad eres, el
beso hondo en la copa partida.
Un sol de cera unge tus
labios desnudos, lo matinal es nutriente
de vastas raíces profundas
que en ti habitan.
Toda entera pareces un labio
de miel diluida en mi boca.
Danzante figura trasvasas
horizontes, flama moldeada en arcilla
como el pan horneado que
recoge la artesa.
Es el color de tu forma y tus
sabores tal como te han concebido,
esclava del día postergado,
mujer de dulcísimos resaltos,
fanal de proyección solar al
mediodía, beso que impregna la copa
del vino, a mi paladar vienes
con actitud de entrega,
son mis belfos en gentil
oferta las últimas uvas de las bodegas
que al cuerpo de la uva la
mies del morapio te honra la vendimia.
De LLUEVE EL VIENTO EN LOS TEJADOS- Publicado en julio 2019 - Ed. PALIBROS -
N.YORK - EEUU
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