jueves, 8 de noviembre de 2018

SANGRA LA TIERRA



Dicen que la poesía va feneciendo 
como los trastos inútiles del desencuentro. 
Pero yo miro la tierra que sangra su negro de vena 
y de su lago recojo un trébol de dos hojas 
que conserva la esencia de la poesía/ 

En las ciudades hastiadas de hollines 
los escritorios encorvan los sentidos y 
las altas torres confunden babélicas las lenguas, 
Mas siempre tras una límpida ventana 
asoma un ojo curioso puro 
como el trigo blanco que retira su harina/ 
Saluda una rebelde mano de populosos motines 
y continua la calle paleando la zanja de la tinta/ 

Entonces... 

¿Quién dijo que la poesía anda el precipicio de la cornisa 

y que su aire se ha fatigado? 

Desde el arrabal a los cantos cuadrados del adoquín, 
de las flojas ochavas a los campos gobernados 
donde las bestias no pueden estirar sus patas 
en los días turbios se abren las ventanas a patadas/ 

Se van yendo antiguas voces de vida y semblante 
en aguas claras sin vergüenza ni turbante. 
Sus sudores aun rocían el poro feto buceante, 
futuras plumas que oirán los sellados clamores y 
verán el deleite de la rama con distintos nombres/ 

Ya es por natural mandato de existencia, expresión necesaria 
que el aire no alimenta solo pulmones. 
La poesía sigue abriendo sus bronquios dilatados/ 
En su eterno camino deambula sana 
con las piernas del destino y su creación relevante/ 
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