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Z
Llegas
a la cima de las altas cumbres
y
en la errante noche de los suspiros
anclas
dos puertos de gemidos.
Tras
los nocturnos cerros
hay
un remolino de claveles encendidos
con
peldaños que escalas
y
desciendes con riqueza fecunda
inmersa
en tus ojos de clara neblina
como
dos pañuelos que se agitan
en
el abanico de tus pestañas.
Caen
tus pies suaves de lana
latiendo
en danza en este corazón que palpita
como
rama que vibra en alas de una ventisca.
Escrudiño
el amarillo de tus episodios
y
veo renacer el oro en la huella girante de tus pies.
Arrimas
tus pechos de mansedumbre sin prisa
pero
por mis piernas amor la gravedad asciende
y
en mi sangre provocas una tempestad de múltiples brisas.
Absorbes
con tus labios de esponja
las
aguas entintas de mi pecho
y
en tu lengua donde duermen los besos
entonelas
manantial de agua entinta.
Afables
labios vastos de fruto ensanchado,
fértil
abono tus tiernas cornisas,
inútil
esfuerzo ante la belleza
caigo
a su abismo precipitado.
Desde
los altos montes del fuego.
emigran
libélulas en los brazos del viento
y
verdes maderos acarrean brillo de pinos
que
reposan en tus parpados de hoja.
Zumbido
de agitada marea,
molino
de agua burbujeante gira por tu boca.
Mis
gérmenes de brotados suspiros
se
derraman libres
en
el campo duplicado de tus labios amantes.
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