Estabas oculta entre el ruido,
callada, inmóvil y herida.
Eras el eco de un suspiro
bajando de las ramas.
Desnuda copa de vino,
en la opacidad de negras aguas
dejaste en mi dedo un anillo de
ausencia,
impregnado con tus venas
color brea de asfalto
y ante falaces arreboles te hundías ave
terca.
Sentí el leve crujir de un vago sonido
en la creencia decaída,
te vestías como una rosa de amor
con tus misterios tras el vidrio.
Aun no sabias
que la vela ya declinaba su fuerza
al hastiado aliento de los arboles,
y tú ya eras presencia de acíbar y
olvido.
Gotas de luces mustias dormían
en mis rosas muertas
donde colgué las letras de tu nombre
y alas gélidas devalaron tus facetas.
En grave caída los huesos se
derrumbaron
hasta las rinconeras sin destino.
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Poemas de ricardo alvarez-blog
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