Ansíame amor, en la distancia de la copa,
en los territorios claros donde se
agota el viento.
Llena tu abierto día salpicada con cera
de soles
que tiernamente vierten mis labios,
que toda la ternura se derrame en mitad
de tu noche, libera tus ancladas lágrimas
en este silencio vacio de palabras,
pronto entraré por la inmensa puerta
cargando en mi espalda un vasto cielo de
bronce,
una cálida estrella con ruido a
campanas.
He divido las luces en dos porciones
cenizas,
una esfera citrina para tu pelo
trigueña,
la otra de azúcar morena para tus ojos almendra.
Subidas a mis manos traje la pasión
eterna
fosforeciendo de llamas, regreso
cargado de tantas luces
bajo el día del sol que sella el
atardecer amatista.
Fueron los sucesos del camino imprevistas
fatigas sin tu presencia.
He recogido tantas lunas rosas y uvas en las ventanas ambarinas,
de la cristalería del panorama traje productos
de primaveras
para llenar los amplios cántaros de mi
ausencia.
Quiero crucificar mi dolor en tu boca solitaria
donde se deshacen tiernas aladas hojas.
Vierte en mí toda la sal azul de las
mareas,
quiero ser la propiedad de tu hora, lo
elemental en la alcoba.
Extiéndeme en la claridad de tus ojos
que desmiembran
hasta la noche que
fosforece el ámbar que rueda.
El eco de la voz que va más allá de los planos rosas.
Que sea tu boca el dulce
látigo del tormento en las nieblas
porque todo lo que tocas
despunta en claridad.
Eres la tierra con los pies en un país diáfano,
voy oyendo el rumor
quebrado en los ramilletes de tu silueta.
Ámame, como si fuese el
último deseo del condenado,
agótame, difúndeme, sacrifícame con tu
encanto,
clava en mis labios lo que tu alma purpura
derrama.
Poema 24 – de mi libro
PASIONARIO -Ed. ROJAS BOGLIACINO- Prov.de Entre Ríos- Argentina
2013-
Hecho el Depósito según la ley 11-723-
registro de autores.
Todos los derechos registrados en Safe Creative & Published
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