Mis
recuerdos son como pegados naipes
en
mano de un prestidigitador experto, donde
saco
mi carta preferida al preciso momento/
Los
grabo en la memoria de lo interno,
los
abrazo como un océano de dos cálidas mareas,
los
amo con el corazón evocante y polvoriento,
se
van macerando en mi alma
como
exquisitos licores potenciando sus sabores/
¿Mis
mejores recuerdos?
Imposible
rozar uno electo/
Buenos
o malos son siempre bellos recuerdos/
Ante
mi pinacoteca de mirada los veo en evocaciones.
Cuadros
de gastadas zapatillas en el potrero,
marcos
de improvisados besos,
púberes
amores de abanicos sin olvido,
ecos
de dulces voces insertadas al oído.
Remembranzas
de gastadas noches
amanecidas
en naranjas soles y
soles
haciéndose noches/
Tesoros
de niños en mis pies terrosos
que
viajan en los anales como ágiles hélices de agenda/
En
la adultez como ilusos marcos suaves acariciando
mis
manos de calendarios artesanales/
Recuerdos
que a diario se instalan
y
renuevan como la brisa hecha viento.
Recuerdos
de farolas, calles y amigos,
olores
de pañales en mis hijos/
¡Que
soy yo sin mis recuerdos!
Un
río sin dragar la arteria mas profunda de su cauce.
Un
pabilo debilitado en la senda
de
los cuatro jinetes del airado cemento/
¿Que
sentido tendrían mis versos con olvido
sin
atenazar los recuerdos con sabores a membrillo?
No
tengo ninguna mención despojada de abrigos,
en
mi amplio cajón los he atesorado
como
un raid apacible de aire marino
acompañando
una brecha sonora de ríos.
Ellos
son imágenes de acuario en un lago cristalino/
Mis
recuerdos acabo de contarlos sin ruido.
A
ti te digo, que son la frente del ahora
y
la burbuja en mi nuca enquistada/
Mis recuerdos son el único patrimonio
que no pueden secuestrar de mi
bolsillo.
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