viernes, 14 de diciembre de 2018

HIPERESTESIA



Dichoso de envida el hierro sin nervio sensitivo,
la roca y su alga anestesiada,
dueña de la dureza
sin párpados para el llanto/

Quién le ha preguntado al corazón por su dolor?

Solo el consciente hombre tiene la palabra malgastada
y la pregunta inconsciente nunca expulsada.

Que sabe el yunque del dolor de la carne.
Ni la sombra del espanto del alma iluminada?
Sospechosa esconde su negro abismo
tras el humo del camino
mientras la vida sigue su paso fúnebre...
Camina suicida la tumba del ladrillo
ignorando el peso del sendero/
De los rojos brezos transformados
a los olores ciegos del ásaro,
como dos columnas de coléricas flores/

Los pies arrastran la valija gélida
del equipado sepulcro,
no basta el rumbo cierto del orden en la catástrofe del sentido/
Golpea insistente el martillo del nervio dolorido
y pronuncia su voz fatal con ajeno gemido/



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