Me amparo en tu abrazo que
tiene calor de turba
fraguada en la artesa,
moldeada de arcillas,
trabajada en el fuego hasta
la apasionada ceniza.
Aprisionado en la hora ámbar
tus ojos de luna
eclipsan otoños amarillos
sobre las quebradas.
Enredadera del aire subes la
torva de glicinas
y ante mis ojos eres trigo de
oro opulento,
pan fragante que baja del
cielo su molienda,
purificada harina
descendiendo en gotas de lluvia.
Clavel de lava y quemadura,
única mujer de mi hacienda,
tu paladar tiene golpe de
olas tibias que anegan mi estructura.
Oh, amada, cuanto más podrían
mis límites
delinear el trazo perfecto de
interminables confines
porque cuando tú vives yo
existo
y rozo todo lo vivo que
deambula en la naturaleza,
cuando acaricio tu piel de
ágata simultanea
es tu abrazo lo que abarcan
mis sentidos.
Mientras tu boca respire
dentro de mi alma
sobreviviré duros
inviernos sin llamas ni teas.
Guarecido bajo el vigor que
imponen tus caderas.
De LLUEVE EL VIENTO EN LOS TEJADOS- a
publicarse julio 2019 - Ed. PALIBROS - N.YORK - EEUU
Hecho el Depósito según la ley 11-723- registro
de autores.
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