Dedicado a Walt WITHMAN
El poeta enorme de ESTADOS UNIDOS
Soy el
hijo paria del cosmos,
atrapado
en la nebulosa red de la cotidiana mediocridad.
El loco
temperamental para los pálidos.
Sentimental
y turbulento,
como la
sangre revuelta en mis arterias.
¡ No
miro de la altura a la gente,
pero mis
rodillas tampoco se doblan ¡
Tengo
las palmas gastadas del pasado.
Mi
purismo algo impúdico
¡ Pero
la lealtad es el himno de mi corazón ¡
Mi
lengua no va mas allá del limite que le concierne.
Y si me
pica algún hablar traicionero
la
comezón se hace intolerable
y serpenteo
con mirada de aguijón,
no le
tengo miedo al espejo.
Es
cierto que para otros me condena mi historia.
Son los
que hablan con la espalda
y no con
la lengua de frente a la cara.
¡Y del
presente¡
Siempre
van a juzgar sin argumento.
Si
alguien pone en la balanza
un peso
equivalente a mi honor acepto el desafío,
Aquí
está mi guante inmaculado.
Sin mas
testigo que mi palabra.
Sin
democracia no acepto nada,
si me
tiran con balas respondo con cañones.
Juro que
aún mi piel de instinto cede.
Doy por
cierto el apetito de la carne,
no tengo
ninguna piedra para arrojar mis libres pecados.
Pero si
me sumerjo por dentro, no soy carne de oferta,
todavía
hay templos blancos pintados en mi alma.
Mis
piernas de calle y asfalto caminan siempre para adelante,
con
locura de ganado estrafalario al sonido del disparo.
Me crié
en el barro de mi calle,
con los
códigos de barrio como ley me eduqué.
Tropecé
en el caos de las avenidas.
y más de
una vez sin piedad,
me
revolcó la vida.
Arrastro
varios pecados que suelto en cada pisada.
Mis
obstinadas rodillas aun no aprendieron a
doblarse
ni mi
lengua a pedir clemencia.
Ni en la
cama de los muertos,
ni en el
sepulcro de los vivos ambulantes.
¡Mi
mayor pecado es ser feliz y pasional¡
¡Quien
tiene el guante limpio para arrojar a mi rostro¡
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