Por la larga cola del rayo en esplendor
me arrimo al destello níveo
de tu cabellera.
Arco iris nacarado de fechas
nocturnas,
reposo en la pureza de tus
caderas
que progresan en tus pies de
arcilla con vigor
de raíces que entrelazan tu
forma absoluta.
De sol y trigo soy, harina de
molienda.
El fuego prepara mi cuerpo de
pan
para el hambre de tu boca
y entre manantiales que riegan acequias
purpuras mi sangre es el sustento del vino
que tu sed de rosa abierta
liba,
mis manos coronadas son la
copa que te aguarda.
Unidos somos frutos ungidos
en la dulzura de la higuera
y ascendemos los peldaños del
amor que nos abrasa.
Tú y yo, árbol abierto por un
relámpago de primavera
En la noche total del planeta
comprendemos el origen del idioma
que abarca, decisión de
labios dilatados en acanaladuras de venas.
Límpida investidura del fuego
que nos siembra.
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