Hábil embalsamador , en el
ápice de esta quieta noche,
estaña con tus extremos de
roce inadvertido,
los escudados ojos que lucen su
extravagante fantoche
y con una hebilla de sombra
cose tinieblas de olvido.
¡Oh, zalamero sueño! Corta
con tus hélices
voluntariosas mis párpados
tenazmente afligidos.
Termina esta lisonja de espera que se impone
antes que el cinturón del tálamo
se anegue de gemidos.
Sálvame de esta mordaz dormidera
con tu presencia
mística, lava con lejía mi
almohada de pasado grave,
desanuda los torniquetes del
suplicio la insomne conciencia,
con un tarugo obtura las
sombras que agreden la calma.
Diestramente con tus dóciles
cerraduras de lino suave
gira las válvulas y precinta
con blandura el cesto que da paz al alma.
De LLUEVE EL VIENTO EN LOS
TEJADOS- a publicarse julio 2019 - Ed. PALIBROS - N.YORK - EEUU
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