viernes, 29 de noviembre de 2013

BASTA. YA BASTA



Tengo negros los ojos y la risa oxidada
de tanta tiranía disfrazada con balas y espejos.
Mi piel reseca de espanto y
los oídos llagados de discursos,
 que huyen al pueblo de su canto.
El ombligo me rebasa el pecho si dicen rosas y hablan de espinas
Los pedidos van a la letrina, lo urgente rebota contra el techo.
Los pies se ciñen enjutos y la cadera bambolea al viento,
 la bandera flamea el incierto,
de los regentes de escritorio.

No los manda el amo de los infiernos
ni la boca de hidra con serpientes
Son opulentos, soberbios y perfumados malolientes.
Padecen  anemia de popular consentimiento y
avaricia compulsiva pestilente.

                                              ¡ BASTA ¡
Me aira la aurora que no asoma tras el cenit, 
el rasurado esmalte dental de la mísera pobreza,
la lagrima seca de niños sin pan,
los jóvenes ebrios al borde del osario suicida,
las aulas amputadas de pupitres,
los cabellos blancos de la cola en la burocracia equina, 
la salud colgando de una gasa usada y
sueros plenos de agua anegada.

Nauseas me da el plagio repetido del himno sinfín..
Quien hará del mundo una patria de corazones
al paso infrenable del devenir.
Si la rutina de la vida paria es lenguaje sin dones,
historia sin moraleja.
La razón se hizo esclava de un falso notario y
las emociones enclaustradas
en las fauces de un carnívoro verdugo.
El peso del hombre encorva la espalda de la tierra.
Socava los frutos del vientre profundo del mundo.

Trepana el universo de estrellas y hace estéril lo fecundo.

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