En mi castillo de arena y piel dormida,

tu vendaval sacude al muro con bravura.

Al tambaleo del viento mido tu senda y

por el túnel, a ciegas, cruzo del pórtico

al camino de tu piel de fresco almendro.

Evoco el trigo danzando en la espesura,

un horizonte de algodón.

El aradorotura campos por tus muslos.

Siento arder el fuego en mis raíces,

fuego que el mar no apaga.

Me invade la esperanza en sueños de pan

al mover de espigas en tu ademán.

En los balcones de tus ojos pardos,

se peinan elegantes los alerces,

visten ropa de castaño florecido.

La niebla no opaca la imagen en el espejo.

¡ De tu sustancia. Cuerpo de hojas verdes ¡

Aroma de cedro destilan tus pies.

el río nutre su caudal con tu risa.

Tu aliento perfuma racimos de vendimia, y

en cubas de roble, aroma al vino.

Me sacude un lento vaivén, en compás de espera escondido.

Oigo otra voz pero estoy sordo. Mutilado de oídos.

Mis fosas huelen olores. Pero no son tuyos.

Si volviera a nacer.

Tu esencia, mujer,solo quisiera en paisaje oler.