viernes, 24 de octubre de 2014

MONTES

Rozo tu sombra
en la cuna de tus siestas.
Te mido con premura,
indago hondos secretos
de corrientes bruscas
que guardó el silencio
al ornamento de tu cuerpo.
Entre el alma y  su espesura
donde el palpitar de vasijas
dolientes confirma el dolor de la espina.

Disfrazo el verso en adjetivo
y te cualifico mujer Nereida
cuando despiertan tus labios de estética.
Meandro sonriente sobre el agua
no hay más morada que mi pecho
para que tu pena se difumine.

Rostro de péndulo emblemático
en el redil del enfaldo renazco
como la espiga fortalecida del trigo.
Irrumpo hojas de tu cuerpo
y en transcendencia nos fundimos
como un solo beso de espuma guerrera
entregado en el tumulto del abrazo.

Ya la pena es iniciación de cuaresma 
cuando nieva sobre tus montes Cáucasos
acaricio hebras de tu cabellera
cual saetas de flores purpuras y montaraz aroma.


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