sábado, 14 de enero de 2017

POBRE MUJER, POBREZA

          


¡ Pobre mujer pobreza ¡
La celabas en su lecho de reposo
y al alba clamabas en sigilo
su presencia.
Colmaste su sangre de frío.
De pronto era su voz,
el canto de tus silencios.
Tus ojos la miraban,
tus labios la pronunciaban.
¡ Pobre mujer que saboreo el pan y las sabanas de escarcha ignoro!
Sus huesos le dolían,
embriagados de tu humedad.
Mas era un clamor ínfimo, con sus pesares del alma.
La seguías por las calles y ella, indiferente a tu presencia.

Hiciste de su hogar una casa.
Casa carente de alegrías.
Con soledad de penumbras
y soles de  tibio ocaso.
Macilentos, casi apagados.
La seguías con amor de abandono,
Tus dientes de carcoma resplandecían
al tocar su puerta con una rosa en mano.
Ella taciturna y medrosa no abría.
Tu mirabas a los pobres con regocijo
Limpiar su ultimo plato distante.
Te apetecía más ella, con su vejez de pútrido madero.
Te rehuía en placida marcha, escondida en las sombras.
Le diste una risa dentada carente de sonrisa, y
de su plato opimo, solo migajas recogías.
¡ Pobre mujer ¡
Fue tan rica en sus miserias
que no supo de tu digna nobleza.
Creyó que eras tu quien la perseguía.
Su soledad compañera. Su opaca sombra en espera.
El pretendiente de su alma. Mas nunca fue tu novia.
Tuvo un solo amante.
Su alma era esclava de tu amiga distante.
            La Miseria.

                                                 

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