jueves, 25 de octubre de 2018

A VECES



A veces la luz espera entre sombras
el apagón del ruido que despierta
este coro nefasto de aguerridas bocas.
Con rugir salvaje nos atacamos
pronunciando verbos de oscuras horas,
adjetivos que sustantivan esta relación de décadas
gastadas cual hojarasca yerta.

Con filosa lengua mortífera
nos encolerizamos de umbrosos hechizos
bordeando en la tierra abismos de cornisas
donde el pozo del ámbito es negrura inhóspita.

Pero cuando urdimos los recuerdos claudicamos
en banquetas de glicinas, se instala la tregua
en formatos que distienden los gestos.
otorgándonos espacios nuevos de siembra
y las manos obreras erigen nuevos enlaces,
cantatas de puentes sobre aguas serenas.

Enroscamos las palabras extendidas
como guijarros diminutos de vuelo en polvareda
que el viento arrasa a las ciénagas.
Chasqueamos piedras en fogatas primigenias
donde arden velos turbios de torvas escenas
al revestirnos con trajes de agua en transparencia
hiladas de reformas se reclaman.

Reanimación urgente, limadas las piedras
derribamos muros de dolientes acuarelas
y somos el uno y el otro el sentir ensimismado
pareja asida con membranas opuestas
náufragos de conniventes imágenes
con las manos siempre dispuestas.
Secamos húmedas e insípidas tinieblas
zurciendo heridas en parpados aciagos.

Sobre los escombros nos erigimos almas vencedoras

y la noche purifica el resurgir de luces que nos negamos.

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