Temblor de cuerpos,
dos labios de fresa
cultivada
cobijan como celosas
redes
el capullo en el
cerezo.
Placer lento en las
palmas,
en la hoja dulce del
pimiento.
Retomo el abismo de
tu boca,
me fundo
en la humedad de tu
lengua,
y entiendo porque
dios
no lo halla en
pecado,
y Satán sin poder
me mira envidiado.
Voy habitando
de ecos y gemidos tu
cuello
que es mi garganta de
boca.
Mientras el vértigo
de los truenos
calla el mínimo
sonido
te copulo con mirar
sombrío.
Te nutro de aliento
agitado
mientras tibiamente
reposas en sigilo.
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