jueves, 20 de febrero de 2014

UN VERDE IDIOMA DE ESPERANTO


Destella el árbol de la tarde 
la sonrisa de mi padre y su madero de tesón. 
Que distantes los ecos de la lengua 
del cedro tallado con la garlopa. 
Se aproximan los momentos del otrora y la dicha, 
el breve poema expulsa mis dolores y 
atrae en imán su habla de sabia y ternura. 
Un hueco que dejó la vida y su ausente palabra y 
un verde idioma que me enseñó su esperanto. 


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