En la avenida de la Santa Fe
mis ojos se hundieron en los negros de una
morocha.
De mirada tiesa y dulce, de uva depurada y del
nácar elevado al negro.
Mi beso volátil fue a una cabellera roja
con pecas como pétalos rosas ornando su rostro
y
las burbujas
de todas las olas danzando sus caderas.
Fue ahí mismo en la avenida, -mientras mi
corazón te aguardaba-
Mis pies aclararon su paso al trigo dorado
brillante de una rubia cabellera,
me huían los dedos de tacto a los países
arios,
mi sangre débil a los rojos pulpa y mis
hormonas de patria vencida
iban detrás de todas las nalgas de azote y las
miradas penetrantes.
Abrían mis piernas sus ojos delicados y los
campanarios mordían entre las venas.
Pero bajabas tú de la distancia inclinada a tu
izquierda
Y ese “ algo “ me decía...
En esta avenida amplia florecida,
ella es mi pétalo
de rosa escogida,
Como si un vientre de única ostra abierta
te hubiera hecho para mis brazos
para mis redes
para mi espanto.
Hecha de todas las mixtas manzanas rojas
con el mínimo defecto del trigo exultante
y el don en tus brazos de regocijo para
amarte.
¡ Ah ¡
Que angosta crepusculaba la avenida delgada
y que amanecer ancho nacían al alba tus
caderas.
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