Del océano tienes hebras del
alerce
que a sus flancos lejanos se
yergue,
Venas y carne del tiempo
de las mareas trabajando la
piedra.
El astro multiplicado por la
furia del agua
pinta olas rojas.
Todo vive tras tu sombra coronada
de plumas en la faz de Selene.
La espesa miel de panales
rurales
envuelven flores que nacen en
tus uñas de follaje.
Arpas de cuerda tensa
como una bandera que en filamento
configura la amalgama de tu
cuerpo planetario.
Pero nada dice amor el viento
del llanto
en la copa acumulada.
Ni el desarrollo en fusilerías
de otoño,
ni las dignas repúblicas
anidando tu cabellera,
ni los verdes ríos, ni las
camisas blancas,
ni las boinas celestes
sobre girasoles renovando su
faena.
Refutamos presagios de inviernos
enlazando las manos con dedos
de oro.
Apareamos la piel con la sangre
hasta calcinar el frío en las
hogueras de Piro
y germinamos con los atributos
palpitantes del estío.
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