Guardián de tu lamento soy
en el gemir de tu alma que flagela.
Embestir de cuernos
contra escudos de triste invasión,
tripulante de galeote con tridente
clavando voces que te atormentan/
La daga férrea que no tiembla bajo el sol
aunque la soledad sea desierto inclemente,
El amotinado entre grises sombras anegadas
que con furor salvaje las enfrenta.
El audaz mortal ante el rumor irreverente
que amplía tus tragedias
hasta el rellano de la muerte/
Espada y estoque a la soez voz que te
nombra,
desarmonía perpleja la lengua se encalla
en aguas negras de muelles fallecientes.
Dueño de tus fulgores astrales,
amo de tus expandidos costales,
el mudo que te pronuncia en el gesto
cotidiano hasta rozar el confín de tus landas/
Soy huerto de amorosos jazmines en
manifiesto
al consagrar tu corazón frente al dúctil
espejo
con la potestad que me legaste amor de
ensueño.
De la bóveda celeste descuelgo un beso de
pétalos penetrantes
para marcar cruces cándidas de polen en tu
dulce semblante/
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