viernes, 10 de abril de 2015

EL NAZARENO

El pan de los vinos nutrientes derramó por la copa, y

no quedó ojo humano sin llorar por tu sangre.
Las espinas de tu corona para mí son rosas.
Bellas rosas. Rosas sin espinas.
La cruz del dolor de los dolores,  fue un cantar elevado al cielo.
Grito de unión  para los oídos del mundo cosmopolita.
En el  universo babélico aun tu Voz repica y se empapa
como pintura retratada en matiz para el ojo que llora
y la mano que obra.
No hubo brumas ni neblinas a la pureza de tu linaje,
en el vástago del cielo aún germina tu prosa.

¡ No hay dolor humano que no padezca tu dolor
ni sentimiento que se acerque a tu amor ¡

Es vano ahondar los pasillos internos del ser buscando heridas
ya que no hay arma tan letal como la del amor que aplicaste.

Cuando la sangre se te derramó en el desierto del calvario
como oasis de brebaje a los necesitados.
La tierra guardó en su matriz toneles de follaje,
elixir de tu palabra,
fundamento para tus futuros hijos pródigos.
Riqueza de tu legado de fe,
 testamento eterno de tus actos osados.

¡OH. Cristo.  Nazareno¡
No sé sí el celeste esencia de las rosas
 fue tu sangre púrpura,
que baño los pastos y mares, soles, ríos y piedras.

¡Que importa el color de tu piel ni el matiz del pelo ¡
No sé si hablaste en hebreo o latín, Idish o dialecto
¡Que importa que lengua hablaras ¡

El moho aún se hace hierba en  tu jardín,
a la palabra de Tu Canto Vivo Universal.

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