Ellos danzan afable aho gado con sus gélidos tobillos amputados/
El rígido fervor de una piedra muerta en sus sienes
y los amotinados gusanos en su frente
peinan sus huecos abismos trepanados/
Como un zombi ejercito fallecido, dementes aplauden
canción para mi muerte y sobreviven sus esferas craneales carcomidas/
Lucen sus grasientas corbatas, su espalda de lloroso trigo y corvada espiga/
Guantes de agujero, corona de estigma, puñetazo de mejilla dormida/
Bailan y bailan el compás tribal de la solitaria arpía/
Idolatran a Tanatos que los retiró de una vida de ira
y de a ratos gozan una valkiria penetrada por Eros,
así llevan aliviados el despojo inerte de sus huesos/
Una madame y un sordo usurero copan la pista del asfixiado Vals,
con la loca oreja de van Gogh confunden el violín con el atabal/
En precipitada orgía de voces siguen el caos de la batalla,
imitan los roces y amanecen más pálidas sus caretas demacradas.
Es el baile sonámbulo al que la vida no me ha invitado,
en los salones sin taco donde todos los escalones llevan al purgatorio/
Sin culpa de manco ni amputado lucen sus pechos horadados/
A su costado va la barca y los muelles de un cuervo estrado/
Entran su sonámbulo paso de inmolada capilla
con sus dentellados talones pegados a la barbilla/
En vano fustigan al corcel sus órganos de hierro
con su carne sajada por el Diablo sin criterio/
¡ Vivan sus Hurras!, alegres danzantes con talones de yeso,
Trenzan sus
cabriolas pues el escenario es amplio,
¡Que no
sepa Dios, si es baile o batalla!
Iracundo
Belcebú rasga rústicos instrumentos,
todos se
despojan de su clámide de piel lívida,
nunca sus
sandalias gastan las rugosas plantas de escándalo
En sus
cráneos de gélido témpano se han puesto un gorro flemático
ya aplauden sus besos dormidos
al pecho de las gráciles damiselas muertas/
De la furiosa critica y los comentarios no se asombran,
invocan a Merlín con sádica fusta y siguen su baile de horca tiesa
rodando su cabeza
sin la roja amenaza del dolor en su esqueleto de hambruna
y con anestesiado placer,
al alba, despreocupados continúan la danza en la pista suicida.
al pecho de las gráciles damiselas muertas/
De la furiosa critica y los comentarios no se asombran,
invocan a Merlín con sádica fusta y siguen su baile de horca tiesa
rodando su cabeza
sin la roja amenaza del dolor en su esqueleto de hambruna
y con anestesiado placer,
al alba, despreocupados continúan la danza en la pista suicida.
De LLUEVE EL VIENTO EN LOS TEJADOS- a
publicarse julio 2019 - Ed. PALIBROS - N.YORK - EEUU
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Poemas de ricardo
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