martes, 29 de octubre de 2013

LENTAMENTE...



Recuerdo no hablarte...
Porque el invierno
reclamaba una hora más cálida.

Sí sentir...
El viento llorar en tu oído,
el mudo silencio afligido
conquistando tu dulce esfera.

En tus ojos ardía el momento.
La voz recogía su lengua anticipada.
Y lento...
El invierno iba dejando
el amarillo caído
en las palomas posadas en tu frente.

Recuerdo
mi boca dejar su espasmo rígido,
pronunciar palabra de rocío y
largamente en la cresta del arco
irisado pintarse mis labios de acrílico,
y mi boca descosiendo las costuras de tu alma,
como si cada hilo en mi voz fuese semilla
y tu oído el único sembradío
en los huecos cavados de la tierra.
Mientras el aire de la tarde se colmaba
de voces en los árboles de la guerra,
yo me extendí en el lecho lentamente

a contemplarte y susurrar, te amo.

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