Paso
constantemente el mismo camino
y
mis zapatos no reconocen la huella
en
las pisadas de mi propio espacio.
En
los rieles oscilantes de mi cordura
andan
los ojos taciturnos de la luna
fatigados
de ver penumbras.
Donde
debiera hallar respuestas
firmes
que enfrenten las dudas
y
no la simple postura de mi paso embravecido
como
falsa ofrenda vacía de coraje.
Al
simbolismo de paganas figuras
armé
un rito de idolatradas brevas,
concilié
recuerdos de amoríos donde
mi
paso huyó antes de la querella.
Su
memoria semeja cieno de injusticia,
ciego talón que no mira
la confirmación disección del pié frío.
Allí se clavó un amor clandestino
dejando lacerada imagen de vidrios retorcidos.
En los argumentos inexplicables
dejé las sucias palabras de la mentira
más aun siento espinas húmedas al paso
de la carne viva y el latido que se abre
como natural impuesto al dolor.
En el abono anestésico del sol
no entra luz en mi huella de terror,
por mis entrañas
del ayer al hoy de mi amor
surge un acto de honesta contrición.
Lo nocturno se hace con flama de resplandor
y en la clara mañana despierta mi corazón
entre sus brazos de jazmines en llamas.
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