lunes, 27 de julio de 2015

UN INVIERNO DE REGALOS



Desde lo diáfano de tu cielo a mis raíces de tierra
he visto la agilidad del rayo con brillos de centellas.
Tu bajabas en hebras de oro divino hacia mi frente,
hermosa torre de soberanía, al tocar tus uñas el firmamento,
agitadas mareas por el viento eran aguas congestionadas,
racimos de abierto espacio rumoreando secretos de espuma.

En la virtud sumergida, espiga en monumento,
te elevaste en resplandor
con tu paso poderoso trepando landas
hasta el ápice de cerros coronados
y caías a mis brazos de cuna
en un arrullo de armonía sosegada.
El vínculo fue un majestuoso crepúsculo menguante
rodando al cenit sus naranjas emergía la luna sonriente
como esa risa ebúrnea que espejan tus dientes.

Todo es alcanzable con la fuerza del corazón palpitante.
Entre sueños argentos y nubes de agua celeste,
teas de fuego iluminan tu reino soberano
y el invierno nos colma de regalos.


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