Glorificado sea tu nombre en la faz de
la tierra,
lámparas de soles ardiendo en las
almenas.
lunas amatistas, herramientas del deseo,
son tus labios curvados frutos de mi anhelo.
Tus pechos son un abra con dos rosas
abiertas,
espacio en declive de podagras que el
cielo derrama.
Instrumento de cuerdas de pureza
inagotable
que a hierro y tizones dejaste en mi boca la marca del fuego
Pesadas olas se consumieron en la pira de
mi desvelo
Desventura mía, lanza candente del
desierto,
es tu gola la invocación de mi verso.
Blancor de pliego, extendida materia suntuosa,
dispersas seducción paloma de sutil
vuelo.
Es tu piel el libro ancestral de la
cópula
que a los siglos del metal deshicieron.
Ah, crisálida de brisa, ebúrnea flor
del Amazonas,
inclino mi torso para sorber agua desde
los meandros,
recónditos cauces que ni las bestias ni
los hombres paladearon,
cárcavas donde la luz del día es un
espejo de agua
y es tu boca de cascada que la memoria
guardó en mis labios.
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