viernes, 27 de junio de 2014


Así te hallé…
Cuando vislumbré tu cintura de isla
te rodeé con amplios brazos de marea.
Eras de palmeras, de nácar y acuarelas,
playa y arena extendida bajo soles
y lunas con centellas de prismas.
Venias de iluminar planicies y valles.
Eras la sed de mis labios.
Manantial de gotas,
fosforo acumulado de estrellas
durmiendo en aguas errantes.
Así te hallé,
como una figura de nube danzante
con esa piel tatuada que desborda
la perfecta arcilla moldeada.
Eras el precipicio final de mi búsqueda.
Inútil camuflar esa piel en los bosques,
ni en los sembrados campos del lino
ni en ramas de arrayanes,
ni en altas copas de turquesas
que no recuperan la imagen de tu piel,
lienzo de pasteles donde la pintura
se enaltece delineando figuras.
Cruz blanca asida a mi barca
navegante, estatura de mi verso,
escultura de palabra.
Sobre tus tegumentos turgentes
la poesía describe la virtud del poniente.

Así te hallé,
con las órbitas doradas.
Me deslicé al paralelo de tu lene cáscara y
dejé un beso sentado sobre la suave badana...
Me cultivé en el viento girante de tus ojos,
en esa playa cobriza
donde vienen a chocar las ráfagas
como el soplo de tu aliento en mi pecho que dejó manojos
de madréporas cálidas expulsadas en tus pómulos de trópico.

Así te hallé,
como un tul de seda ilustre que se enmarca
en la labor de la rueca paciente,
ese hilo antípoda de oriente que se halla
como bálsamo en tu piel de tópico.
n> < �ς �i enter style='margin:0cm;margin-bottom:.0001pt;text-align:center'>Con sentido amoral

Qué sentido el canto al mundo
De vasta noche
Hay una risa nauseabunda
Sobre el bote
Abre la boca el gentil mudo
Del ayer

Que fascinante placer
Sentirá el hombre
Dos segundos antes
De dejar este mundo.



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