Deja quietas las aristas de tus tiernas carnes
ante la dentellada de viejos tiburones
que te dejaran sin tus sueños y tus futuros  balcones.
No te precipites al amor suicida,
ni reclames mas miel de tus hormonas,
sigue el cauce 
rumoroso  del agua de tu decenio
sin que te agiten las impúdicas manos de un doliente maremoto,
anegando tu estructura de frágil encanto.
Deja deslizar otro invierno
con el  partido rayo del
sol y su primavera.
Mariposa de papel frágil,
aun eres capullo de leña y seda 
en que hierve la sangre.
Conserva tu cándido fruto y su ocal manzano
para los brazos  en rama
con que te acaricie tu dulce enamorado,
y  conserva en tus manos
polen y estambre.
 c
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