sábado, 28 de junio de 2014

Carente de carisma aun en mis palabras,
no seduzco ni al cenizo de la noche,
en un sortija falla la suerte su pata de cabra
y de andar la calle me ha estafado mi coche.

Si el frio cercano cierra la muerte en las corolas
no hay viento suplicante para mi voz en ruego,
mi alma se preño de figuras ardiendo en el fuego
y la barca diluviante fondeó lastre pesado.

Todo el amor se me fue en disuelta solución y
no hallo una fuerte analgesia para mi pena,
ni un ojo humano me mira con absolución
y los dedos me apuntan su flecha de condena.

La lágrima se detuvo en la planta baja
de un nosocomio, mi diente dejó su comida
en la verdad del galeno, inyectables densos
probó enfermería con cruel aguja de insomnio.

En el dolor siento lo vivo de la poesía,
la sangre no coagula ni cuaja
cuando me combate un colapso de coronarias
en un corazón dolorido, secuela de mis festejos.


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