jueves, 22 de agosto de 2013

TANGO...


    TANGO...     (RICARDO ALVAREZ).

Evoco una senda al dominio de las cañas,
a la luz de los guayabos dejando
su marca de negros dolores en las claras enaguas.
El ceibo reinventa el aroma del joropo Venezolano,
y los asesinos dientes del cocodrilo universal
trozan los tiempos del cerezo en Japón.

Encima de mi hombro la sensual mariposa
hizo su curva de vuelo y narco amapola,
dejó las narices del mundo en las nubes,
el árbol del pan alimentó el derrumbe y
el caos instaló tan alto su trono
que incendiaron las ciudades su rumbo afligido.

La pena aovó la gruta del dolor excavado de los recuerdos y
de mi ácida boca de reproche brotó un resalto de reflejo y selva.
Los espectros rodaron su suerte de moneda
en cada amplitud de mis gestos.
La parca anduvo buscando su mordida de manzano en mi débil humanidad.

Pero veló mi corazón por su gemela hembra
sin dejar evidencia al mañana.
Nos dió la llave de la celda vespertina y
la luz asomó con su  fuelle  encendido de lampa y sonido.
Gasa estéril en su boca
que deja la nostalgia de un tango sin heridas/
El rayo abre su boca de escote y
el bandoneón sopla la melodía de la moneda afortunada.

                  ¿Que quiere decir este tango sin bandoneón?
            No quiere decir nada,
solo expresar libertad en el verso, la prosa y la palabra.


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