miércoles, 14 de agosto de 2013

VOCES...


         VOCES...   (RICARDO ALVAREZ).

Llegamos al campo arbolado 
y las ramas de la arena levantada 
a nuestras riberas de camino, 
donde la hoja luce su verdad de enredadera y 
la corteza despluma al ave su amarillo de vuelo. 
Fue advertida nuestra presencia de unidas voces 
en el borde de las copas arbóreas 
que desprenden los principios del aromo. 
Antes que pisaras la casa 
los frutos te pegaron 
sus aromas y mi corazón acústico 
guardó el canto susurrante de la hoja 
como un fuelle afinado templado en mi pecho. 

Cuando irrumpían tus pies de tea iluminada 
la lámpara solitaria encendía su ojo de abandono/ 
La casa veía morir sus otroras dolores 
mientras el principio del marrón descendía, 
amparado en la sombra 
de tus mellizas cúpulas de órbita. 
El celeste regocijo 
bordeó  tus hombros de tapiz y 
trocó su pintura al habitáculo huésped. 
El piso levantaba nuestros pies de arco intacto 
como si nunca hubiese sido transitado/ 
La ventana con licencia entraba el redondo amor, 
como un grueso pétalo con voz de soprano, 
expresó mi gola su canto tenor, 
y la memoria de la pared  
tomó foto de nuestras voces de retorno.

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