¡Hay que esperar¡
Todavía hay mustios corazones
al violeta del sol apagado
Usufructuando el sudor ajeno.
Celeste de estrella en
fragata
Luz de luna somnolienta
Ocaso del verde primavera en
el asfalto
Ultramar azul en pálido gris,
como piel del avaro
El carmesí de la rosa a la
vera la mugre y la basura
El magenta de la aurora
mancha su matiz
En cada pulso del semáforo
Acuarela de ocre amarillo
temblando en la mezquindad
Cubre la nieve y el pasto del
verano la mueca de los caudales atesorados
Blanco y negro tomados de la
mano
Colgando del perchero
ahorcados
El argento, se hace caudillo
antes que el aire se agote.
Ojos fugaces de la noche en
espera tras un sádico impulso libido
Los tapa el velo del celeste
espanto
Corolas de carmesí, vuelan en
tanto entre los senos y los deseos
Al rojo sangre en caravanas
de fantoche.
El marrón invierno se esconde
A una mira de la Libia
esperando que los colchones se ablanden
con la desnudez de la lluvia
casi goteando piadosa y
el cenit de astros se
corrompe bajo la calle prostituta.
La aurora sopla la paleta en
acuarela
En vano fue la uva esperando
ser mujer
Sin testigos se quedó la
tierra y las voces sin nombre
se tejió el reflejo a lomo de
la hierba
el nombre de los anónimos
ciudadanos.
La hierba floreció a la
sombra del tulipán rosanegro
Sin rubor ni celos
El río se pinto de gigante
océano
Para disfrazar la apatía
urbana
El espejo se limitó al
reflejo y
La anarquía de la pulpa
carnal se adueñaba de la noche
Mientras el rumor de la luna
callada y en silencio
Guardó la esperanza
Que el milagro del sol
Abriera los portales de los
siglos
Y la voz de las raíces
profundas dijeran:
Mañana será distinto.
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