domingo, 28 de septiembre de 2014

CADA VEZ QUE TE MIRO...

¡ Aquí está nuestra mesa ¡
En el cuadrado rosa de nuestra morada,
sobre el piso telúrico apenas embaldosado/
Con pan, azúcar, vino, yerba y tabaco,
en honor a tus ojos de canto
para resolver
la penumbra hambrienta de tu estómago
         a través de la fragua de tu boca..
Y en la negra tierra fértil del afuera,
la bomba del pozo, con la napa profunda
y la noria esforzada
para resumir tú sed insaciable de ondura/

¡ Aquí está lo diminuto para ofrecerte ¡
Lo inmenso para festejar
lo guardo dentro del horno de mi alma.
Como un río bravío que corre por mis venas,
como si la sangre en reposo,
fuese a estrellarse al borde del precipicio
de tu barranca de amor azul, mi pequeña calandria/
En la senda de mi cordillera de Apalaches,
juntamos las manos como gemelos pecadores,
La noche estrellada de fondo en vitraux
 y el cóndor de los Andes
volando nuestra mesa de banquete y ágape,
de sus enormes alas extraemos las nuestros plumajes
de ántrax/ Como dos alas,
entre el amor casi platónico y
 el amor carnal  de apetito.
que despierta mis fauces hambrientas
extendidas en tu territorio de apariencia real.
Lo que parecía pequeña comida
ahora es opima abundancia.

                                        ¡ OH, Dios ¡
Si cada vez que la miro al borde de la mesa mis ojos ardieran,
andaría mi vida buscando la ribera de la madera,
con el racor en ascua de fragua de sus ojos,
cegado por el fuego/



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